Orden Teatina
La Orden de Clérigos Regulares (Teatinos) fué fundada en Roma en 1524 por San Cayetano de Thiene, Juan Pedro Carafa, (después papa Paulo IV), Bonifacio de Colle y Pablo Consiglieri, para restaurar entre los eclesiásticos la forma de vida apostólica, y promover la santidad del estado sacerdotal mediante la profesión de tres votos religiosos
En los días del Renacimiento, la necesidad de reforma en la Iglesia se iba haciendo cada vez más acuciante.
El Oratorio del Amor Divino, fundado en 1516 en Roma por Cayetano de Thiene sobre el modelo de los que ya funcionaban en Italia, apareció en la Ciudad Eterna como una institución compuesta por eclesiásticos y seglares.
Cayetano aspiraba a una restauración a fondo del carácter del sacerdocio y concibió la idea de vivir en el estado eclesiástico la profesión de tres votos religiosos, obediencia, pobreza y castidad. A este fin decidió fundar una congregación o compañía de sacerdotes que llevaran vida común, bajo la obediencia a un prepósito y la dependencia inmediata de la Santa Sede. En el ambiente del Oratorio halló Cayetano a sus primeros colaboradores. Entre ellos, la prestigiosa figura de Juan Pedro Carafa, obispo de Chieti (en latín Teate), antiguo nuncio en Inglaterra (1513) y vicecapellán mayor de Carlos V por el reino de Nápoles (1517). Seducido por los ideales de Cayetano, le suplicó que le admitiera en la nueva fundación.
Carafa prestó a la orden su enorme erudición, su profunda experiencia curial y diplomática, y su dinamismo batallador en defensa de los intereses de la Iglesia. El nombre latino de su cargo episcopal brindaría la denominación popular a la nueva orden.
El Papa Clemente VII aprobó la nueva congregación por el Breve Exponi nobis el 24 de junio de 1524. Los cuatro fundadores tuvieron especial interés en celebrar una ceremonia fundacional sobre el sepulcro de san Pedro, escogiendo para ello la fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz. Reunidos en la mañana del 14 de septiembre de 1524, en la capilla de San Andrés, en la Basílica Vaticana, asistieron a la misa que celebró, como legado especial de Clemente VII, Giovanni Battista Bonziano, obispo de Caserta y prodatario del Papa. Después se trasladaron al altar papal.
Sentado el obispo en su sede, el notario Esteban de Amanis dio lectura al Breve pontificio. Luego, cada uno de los fundadores, que en la víspera habían renunciado ante el mismo notario a todos sus bienes, pronunció a los pies del Comisario papal la fórmula de profesión religiosa, escrita en una cédula firmada que depositaron sobre el altar de san Pedro. Todos recibieron la sotana teatina de manos del Legado, el cual impartió su bendición a los fundadores, y les rogó que, a tenor del breve papal, alejados un poco de la concurrencia, procedieran a la elección del prepósito. Ésta recayó en Juan Pedro Carafa, que desde aquel instante pasó a ser cabeza de la comunidad.